La libertad como estructura en
el ser humano (I)
La progresiva pérdida de
respuestas instintivas ante los estímulos del medio durante el proceso de
hominización, provocó el surgimiento y necesidad de la cultura como sistema de
respuestas adaptativas que ocuparan ese vacío. Así, la cultura sería un modo de
adaptación eficaz y superior al biológico, un factor de humanización que se
prolongará en la historia dependiendo del medio físico habitado por los
diferentes grupos humanos. Por ello, en tanto que respuestas necesarias, el ser
humano se verá inevitablemente impelido a elegir de entre ellas la más
conveniente en cada momento. Esta inevitabilidad de la elección es lo que hace
de la libertad algo constitutivo del ser humano. Por tanto, la libertad es una
dimensión estructural de la condición humana, del animal cultural en que el ser
humano consiste.
La libertad podríamos entonces
definirla como la capacidad de la voluntad para elegir entre diferentes
posibilidades, entre cursos de acción que la realidad, tal como es percibida
por el propio entendimiento humano, pueda tener planteada en cada circunstancia
histórica y cultural. Y esta elección se realiza desde las condiciones y capacidades en las que
se desarrolla la vida del sujeto. Libertad,
por tanto, no es libre albedrío, no es capacidad de la voluntad para ejecutar
todo aquello que el entendimiento (el alma o la razón, en la filosofía
cartesiana y el racionalismo) propone o quiere, sino que está condicionada y
limitada.
Pero el hecho de que sea una
libertad condicionada y limitada, tampoco quiere decir que el ser humano se
encuentre determinado por el medio o su naturaleza (la estructura de su
cerebro, como algunas hipótesis han sugerido[i].
No al menos más allá de a lo que inevitablemente se encuentra obligado por su
propia constitución biológica y la satisfacción de las necesidades que todo ser
humano necesita. Estas, si seguimos la teoría (pirámide) de Maslow, de forma
creciente emergen desde las necesidades fisiológicas básicas, que una vez satisfechas
prosiguen con necesidades de seguridad y protección, sociales y de estima,
hasta las más elevadas como la aspiración a la autorrealización. Este proceso
de satisfacción de las necesidades, sin embargo, tampoco determina la elección
que cada individuo haga en cada caso.
En efecto, como afirma J. Paul
Sartre[ii], el ser
humano es libre, y arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
Cada ser humano no es nada más que su proyecto, el conjunto de sus actos; nada
más que su vida. El ser humano es libre, y arrojado al mundo es
responsable de todo lo que hace. Pero no es una libertad ilimitada y diferente.
No lo es porque el ser humano no está aislado en una subjetividad individual,
sino que al mismo tiempo que descubre su intimidad descubre al otro como una
libertad, que no piensa o que no quiere sino por o contra él. Así se constituye
su vida en sociedad, y no deja de ser un drama. Es lo que Sartre expresara con
la elocuente frase “el infierno son los otros”.[iii]
Y tampoco es ilimitada y diferente para cada subjetividad porque que existe una
universalidad humana de condición. Esta condición humana, para Sartre, serían
“los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo.
Las situaciones históricas varían… Lo que no varía es su necesidad de estar en
el mundo, de estar en él trabajando, de estar en él entre otros y de ser en él
mortal”[iv]. Por
situación entiende Sartre el conjunto de condiciones materiales y hasta
psicoanalíticas que, en una época dada, definen precisamente un conjunto.
La situación y las circunstancias
exigen y limitan la elección que cada cual hace de sí mismo. Sartre, como
Ortega[v], insisten
en ello. Se puede admitir que las necesidades humanas vitales impulsarán formas
de satisfacerlas y que, dada nuestra condición vulnerable, ensayaremos
estrategias adaptativas cultural y grupalmente coincidentes. Pero nunca serán
previsibles en lo que respecta a lo que cada individuo decida hacer de su
vida. Cada ser humano es lo que decida
hacer de sí. La condición humana está sujeta a unas estructuras similares, pero
las elecciones que se realizan y definen lo que el individuo es, el proyecto en
el que incardina su vida, es responsabilidad suya. Por eso sólo podremos hablar
de condición humana, una condición a la que somos arrojados para elegir entre
las oportunidades que nuestro mundo presente nos abre y nos limita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario