En este
artículo se analiza cómo el modelo económico que aplican tanto PP y PSOE es esencialmente
coincidente. Concluimos que es una apuesta para una salida de la crisis del
capitalismo que mantenga las plusvalías y trate de impedir la caída de la tasa
de ganancia del capital por la vía de degradar, aún más, las condiciones de
vida y trabajo de la población; es decir, de reducir el valor social de la
fuerza de trabajo. Con esta subordinación general a los intereses del capital y
de los mercados, la capacidad de intervención desde cualquier instancia de
decisión del pueblo andaluz, el margen de maniobra, será tan limitada, que las
consecuencias para el medio ambiente, los recursos naturales de Andalucía y la
identidad andaluza, supondrán un incremento del retroceso que se vive en
Andalucía. Asimismo analizamos los aspectos más significativos políticamente
para la estructuración social de Andalucía, donde PP y PSOE no plantean más que
puntuales diferencias, sobre la base de un mayoritario y silenciado consenso,
apoyado entusiásticamente por los grandes medios de comunicación.
El próximo día
25 de marzo se celebran elecciones al parlamento andaluz. Si se confirma lo
señalado en las encuestas, por primera vez estaría en condiciones de acceder al
gobierno andaluz un partido diferente al que gobierna desde aquellas primeras
elecciones celebradas en abril del 82, es decir, un partido diferente al PSOE.
En efecto, el primer partido de la oposición en la comunidad andaluza y partido
que gobierna a nivel estatal, ganará las elecciones autonómicas. Es duda que
pueda alcanzar la mayoría absoluta, por lo que en ese caso necesitaría que
algún partido apoyara la investidura de Arenas como presidente de la Junta o,
también, que los otros partidos no se
pusieran de acuerdo para proponer un candidato alternativo. Pero las preguntas
pertinentes son: ¿realmente se va a producir un cambio sustancial en la forma
de gobierno? Las políticas que previsiblemente aplique el PP, ¿serán muy
diferentes de las aplicadas hasta ahora por el PSOE?
Ambos
partidos, uno porque gobierna en Andalucía y hasta hace unos meses en el Gobierno
del Estado, tras 8 años de ejercerlo, y el otro, porque es el que actualmente
gobierna en él y lleva haciéndolo en varias comunidades autonómicas varias
legislaturas consecutivas, tienen posicionamientos políticos de sobra
conocidos. En la legislatura pasada, el 90 % de las leyes fueron aprobadas
conjuntamente por el PSOE y el PP y la Constitución fue reformada con el apoyo de ambos
partidos. En la actual legislatura, hemos de destacar que la reforma del
sistema financiero ha sido aprobada por los dos partidos y ambos han aceptado
las decisiones tomadas por los órganos de gobierno de la UE de reducción del déficit a
la cifra del 5,3 %. Y ello con un claro objetivo. Lo que está en juego es la
salida a la crisis estructural del sistema capitalista. En anteriores crisis,
como la del 29, la receta aplicada fue de corte keynesiano. Hoy, la que imponen
los mercados, es una salida basada en ajustes presupuestarios y la ortodoxia macroeconómica,
tal como corresponde a la dominante política de corte neoliberal. Esta salida
de la crisis es más radical y está pensada para mantener el dominio del capital
a largo plazo sin que decaiga la tasa de ganancia, tendencia decreciente que ha
provocado la huída de capitales al sector especulativo y financiero de la
economía. Para ello se han impuesto como tarea necesaria la liberación de
recursos en manos del Estado a través del sector público y la reducción del
valor social de la fuerza de trabajo.
Como puede
apreciarse, aquello que se presentaba como obsoleto, el análisis económico-social
basado en las contradicción de clases, aparece ahora con toda crudeza; y con
una clase social, representada por la oligarquía financiera, que impone sus
intereses sin el freno o los límites que las fuerzas políticas de izquierda,
los sindicatos y, también, el miedo que antaño suponía la existencia del bloque
del Este, han venido ejerciendo. Es bastante probable que la contracción de la
economía persista y la crisis se prolongue debido al subconsumo, y que,
entonces, se intenten otras políticas económicas de cariz keynesiano. Pero la
reducción del valor de la fuerza de trabajo, es decir la debilitación de las
condiciones de vida y trabajo, será un objetivo conseguido que se mantendrá en
el tiempo.
En esta
disyuntiva, el PP y el PSOE, se colocan al lado de la salida que los mercados
vienen señalando. Su grado de acuerdo con dicha situación es tal que desde la
propia Comisión Europea, el portavoz de Asuntos Económicos Amadeu Altafaj, ha indicado al actual
Gobierno español la necesidad de acatar el cumplimiento del déficit como en su
día hizo el Gobierno presidido por Zapatero. Y para el recorte del déficit,
ambos partidos recurrieron al mismo tipo de medidas. Ninguna proveniente por el
lado de aumentar los ingresos. Antes y ahora se ha producido un recorte del
gasto público social. Las reducciones operadas hasta ahora, antes por el PSOE y
ahora por el PP, más las que vendrán, persiguen los mismos objetivos. Entre
ellos, la disminución del sueldo del funcionariado, recortes en los servicios
públicos, prolongación de la jornada laboral, aumento de la edad de jubilación,
congelación de las pensiones, precarización y flexibilización las relaciones
laborales, caída de los salarios, etc. El Gobierno del PP lleva a cabo sus
recortes sobre los anteriores introducidos por el PSOE. Entre ambos, el
retroceso social, la pérdida de derechos, la disminución del Estado del
bienestar, es una palmaria realidad que no permite distingos. Ni siquiera el
aparente enfrentamiento respecto a la actual reforma laboral puede hacernos
olvidar que el Gobierno del PP lo que ha hecho ha sido incrementar las reformas
iniciadas por el PSOE. La sintonía entre ambos es tal que alcanza hasta los
extremos de blindar los privilegios de sus dirigentes políticos, como hemos
visto recientemente con las medidas aprobadas para
que una vez que abandonen sus cargos públicos puedan acceder como directivos de
grandes empresas del sector privado. Así, están desembarcando en ellas
compartiendo responsabilidades de dirección, políticos como F. González, J
Mª Aznar, o el más reciente de la
exministra Elena Salgado, quien dejó el Gobierno el pasado diciembre y va a ser
fichada por la filial chilena de Endesa, empresa en la que ya participan Aznar
y Roca. Como puede verse, el color político no es un obstáculo para defender
los mismos intereses y, evidentemente, ser posteriormente bien recompensado por
ello. El sector eléctrico también tiene o ha tenido en sus empresas como directivos
o asesores a exministros y cargos públicos como Boyer, Atienza, Ángeles Amador, Narcís Serra, Folgado, etc.
La aplicación de estas
políticas económicas al dictado de los mercados y de Bruselas supone que
Andalucía, sus recursos naturales, su población, su cultura, quedarán sujetos a
las necesidades que imponen los mercados y la división internacional del
trabajo. La pérdida de identidad y de valor como comunidad cultural y
ecorregión, continuaría un proceso ya en curso. Este es el futuro que podríamos
esperar si la optimización del beneficio y la eficiencia productiva, que las
tecnologías imponen con la globalización de los mercados, siguen decidiendo el
devenir de Andalucía en estos próximos años.
Pero las
políticas del PSOE y el PP no son sólo similares por la defensa del modelo
económico y las políticas neoliberales que aplican, sino también en la defensa
del orden internacional dominante. Ambos partidos apuestan por la inserción del
Estado y de Andalucía en la OTAN y el mantenimiento de las bases americanas en
nuestro suelo. Es decir, ambos partidos subordinan la soberanía andaluza a la
defensa de los intereses de la potencia hegemónica (EE.UU), el garante político-militar
del modelo de globalización económica y de los mercados. Asimismo, también han
defendido a nivel internacional el statu quo imperante, según el cual se le
sigue negando al pueblo saharaui el autogobierno de sus territorios y se apoya
la ilegal ocupación de Palestina por el Estado israelí. No ha habido ningún
punto de fricción entre ambas fuerzas en cuanto a política internacional se
refiere.
Tampoco
existen diferencias respecto al modelo de democracia y la configuración
territorial del Estado, o la forma monárquica del mismo, que ambos partidos
defienden. La ley electoral favorece claramente los intereses de los dos
partidos mayoritarios en contra de una más adecuada representación de la
voluntad popular. Ninguno ha mostrado el menor interés en recuperar formas de
democracia directa, de control de la actividad política de los profesionales
que la ejercen, o de la circulación horizontal de la información, limitando el
poder de los grandes medios de comunicación y favoreciendo medios alternativos
y de internet para la circulación de la información. En cuanto a la transparencia
informativa de las administraciones públicas, Andalucía y el Estado continúan a
la cola europea con la aquiescencia del PSOE y el PP. Uno y otro han hecho caso
omiso de la tardía y limitada ley de acceso a la información de Medio Ambiente que se aprobó a tal fin.
La educación
en general es contemplada por los dos partidos mayoritarios como un sistema de
formación de fuerza de trabajo, técnicos y profesionales, subordinado a las
necesidades del sistema productivo y del capital. Así está recogido en los
acuerdos de Lisboa en el año 2000 y los planes de Bolonia que los desarrollan
en lo que a los estudios universitarios se refiere. Entre ellos sólo aparecen
matices en cuanto al peso de la enseñanza privada, la concertada y el sistema público.
Tampoco tienen diferencias sustanciales en cuanto a la relación Iglesia-Estado:
ambos defienden el Concordato y el modelo de financiación. Han surgido algunas
fricciones, es cierto, en cuanto al grado de acatamiento de las directrices de
la jerarquía eclesiástica. Ello se ha traducido en la polémica en torno a la
denominación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, o la ley de
plazos del derecho al aborto. En el primer caso resulta irrisorio el enfrentamiento por el nombre y
la retirada de entre sus contenidos, en el tema de las formas de familia, el de
las familias constituidas por matrimonios homosexuales. Sería como si de no
mencionar en los libros de texto, en los escasos minutos de la hora semanal en
que se imparte la asignatura en 3º de ESO, esa innegable realidad, dependiera
el futuro de dichas familias. Además de no comprender la realidad del aula
(cuando se trata de formar en competencias, cualquier debate social tiene que
plantearse necesariamente en el aula), es una ingenuidad o puro cinismo reducir
el enfrentamiento a ello. Más importante resulta la oposición realizada a una
ley de plazos para el ejercicio del derecho al aborto. Pero no por ello podemos
hablar de encontrarnos con alternativas políticas diferentes, sino un caso
concreto y de resultado aún incierto.
Lo que sí
llama poderosamente la atención es cómo los medios de comunicación próximos a
cada uno de los dos partidos mayoritarios (y lo son todos), y los periodistas que actúan como
voceros en todo tipo de tertulias, magnifican machaconamente todas las pequeñas
diferencias, las mencionadas y otras, que aparecen en sus respectivos programas
para presentarlos ante la opinión pública como opciones de gobierno alternativas.
Y por supuesto, nada dicen de aquellos otros planteamientos que ofrecen modelos
de gestión que suponen la superación de las políticas seguidas por ambos
partidos, surgidas al dictado de los intereses del capital, los mercados y los
poderes fácticos. En definitiva, de lo que se trata, es de imponer el modelo bipartidista como
lo único realmente existente.
Francisco del Río Sánchez
Profesor de Filosofía
Francisco del Río Sánchez
Profesor de Filosofía
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