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viernes, 31 de julio de 2015

Cuando las críticas al proceso de primarias en Podemos se convierten en un insulto a las personas que en él han participado.



El sistema elegido por la dirección de Podemos para elegir los miembros de las candidaturas al Congreso ha recibido algunas críticas desde corrientes internas de la propia organización y, también, de fuerzas políticas o personas que reclaman la unidad con Podemos. Estas críticas fundamentalmente han cuestionado las denominadas listas “plancha” y la elección de los candidatos/as sin discriminar por circunscripciones electorales provinciales o de comunidad autónoma.

Entre los diferentes procedimientos para la elección de candidatos/as puede optarse por votar personas o listas (que pueden ser abiertas o cerradas), sistemas mayoritarios o proporcionales, utilizar como ámbitos de elección la provincia, la comunidad autónoma o el Estado, etc. A cada sistema se le pueden presentar objeciones diferentes acerca de cuál de ellos representa mejor la voluntad de los participantes en la votación. Pero lo que ha sucedido en las recientes elecciones primarias de Podemos es un desprecio a la capacidad de los participantes en la votación para decidir quiénes deben de representarlos, un desprecio implícito en quienes han criticado el procedimiento utilizado.

La dirección de Podemos decidió que se voten personas, no candidaturas. Ciertamente no se sabe por qué circunscripción irá cada uno los candidatos más votados, pero este aspecto parece irrelevante toda vez que lo que se plantea es alcanzar una mayoría para desarrollar un programa de gobierno estatal y se supone que los representantes actuarán con fidelidad al programa y a las decisiones de los representados. Un problema aparentemente más importante sería la elección de candidatos ajenos a un territorio del Estado cuya identidad cultural y política tratan de defender los inscritos en ese territorio, fundamentalmente podría suceder así porque es mayoritario el número de votantes de otros territorios. Pero como ha sucedido en  Andalucía, los votantes han podido elegir a representantes que defiendan dicha identidad y que figuraban en diferentes listas. Además, como medida correctora, el reglamento de elección de candidatos tenía previsto el reparto por las comunidades de procedencia.

Se sigue insistiendo en que las listas “plancha” desvirtúan la pulcritud democrática del procedimiento. Suponen que el o la votante de Podemos no es capaz de discernir entre los candidatos/as que aparecen en las diferentes listas, que no es capaz de confeccionar de entre todos/as los candidatos/as de cada una de las listas sus propios candidatos, que en caso de desconocimiento acerca de candidatos/as, a la vista de las diferencias de criterios en el seno de Podemos –como en cualquier otra fuerza política-, no podrá guiarse por quien avala dicha lista. En definitiva, una puesta en cuestión intolerable de la autonomía, formación política y capacidad de decisión de las personas que han participado en el proceso. Las críticas, por tanto, han sido sustancialmente una ofensa a las casi 60.000 personas que han participado en el proceso de primarias. 



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