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domingo, 30 de marzo de 2014

El movimiento 15-M ante las Marchas por la Dignidad: ¡democracia real ya!


El 15-M ANTE LAS MARCHAS POR LA DIGNIDAD: ¡DEMOCRACIA REAL YA!

Hemos llegado al momento de la acción global o unitaria de los movimientos sociales contra este sistema, o nos estamos acercando a él, el momento tan temido por los jefes policiales y el gobierno, como se puso de manifiesto en Gamonal. “Los antisistema buscan extender el 'efecto Gamonal´” (aunque la  Comisaría provincial de Burgos había dicho por entonces que la extensión de las protestas a otras ciudades españolas se debió, “fundamentalmente a la presencia importante de la Asamblea Gamonal 15-M en las movilizaciones, que ha buscado apoyo a través de su propia estructura ya creada y consolidada en años anteriores”).

Es preciso que el 15-M, en honor a nuestra fama de movimiento reflexivo, expresemos nuestra valoración de las Marchas por la dignidad. Algunas personas no entienden esta necesidad, temiendo que ello perjudique la unidad y eficacia de la acción. Sin embargo, es mejor prevenir que curar, y ello hay que decirlo sobre todo de la política: en vez de callarnos ahora, en una especie de lucha muda, y lamentarse después.  La política, y el 15-M reivindica una auténtica política, no la disfrazada (“lo llaman democracia y no lo es”), es sobre todo transparencia.

Desde la manifestación del 15 de mayo de 2011 venimos exigiendo ¡Democracia real ya! Es evidente el doble significado de este lema. En primer lugar se refiere al sistema, del que dice que no es auténticamente democrático. Y ello quedó más patente aún el 19 de julio de ese mismo año: “No es la crisis, es el sistema”. Lo cual estaba ya dicho en este otro: “No nos representan”, recogido en el Manifiesto de las Marchas, situado en la estela del 15-M. Por tanto, no se trata de luchar solo –como algunas organizaciones participantes de las marchas- contra una determinada política, la neoliberal del PP y La Troika, frente a otra llamada “de corte keynesiano”, porque ya no creemos que quepa una política aceptable dentro de este sistema. En el Manifiesto de las Marchas se ha elegido una expresión en el lugar más destacado, el de “exigimos”, que se puede interpretar de ese modo: “Exigimos, por tanto, que se vayan. Que se vaya el Gobierno del PP y, también, todos los gobiernos que recortan derechos sociales básicos, todos los gobiernos que colaboran con las políticas de la Troika.”

Sin embargo, el sentido entero del Manifiesto no se queda ahí, sino que va hacia la superación del  sistema con esta política o con otra presentada de otra manera. Al decir “por tanto”, la interpretación de esas líneas ha de ir por el cambio de sistema. Porque como se explica en el Manifiesto, no es solo una cuestión de recortes “sociales”: “Porque nos han robado la libertad”,  porque “nos lleva inexorablemente a una catástrofe medioambiental y social de alcance incalculable”, etc. Esto era ya así, como se sabe, antes de las políticas de la Troika. No ha sido ésta la que ha dictado la política del gran nacionalismo español (nacional-catolicismo): sobre migración (con las 15 personas asesinadas en Ceuta, aborto –“para que haya más españoles”-, ley de seguridad represiva, abolición de la justicia universal, educación sustituida en lo posible por la catequesis, el gran engaño a la ciudadanía respecto del atentado del 11-M, la persecución de la memoria histórica, etc. Es el pueblo, la ciudadanía entera, la que ve que es corrupto todo el sistema, se apliquen alegremente las políticas de la Troika o se apliquen por imperativo legal. Esto es lo que dice expresamente el 75% que apoya al 15-M y los movimientos sociales. El 15-M es un movimiento inclusivo, se dirige, como dicen nuestros mínimos, “a toda la sociedad”, pero no por ello dejamos de advertir los peligros que vemos, como que algunas formaciones políticas clásicas, pertenecientes de hecho a la oposición al sistema, puedan volverse contra el movimiento y paralizarlo, como pasó en Francia en mayo del 68.

Y en segundo lugar, el sentido del lema Democracia real ya se refiere a las organizaciones de derechas y de izquierdas, conservadoras, reformistas o revolucionarias. Queremos una política democrática real, sin paternalismos, elitismos ni liderazgos. Sin embargo, hay organizaciones convocantes de las Marchas sobre las que se cierne el peligro de ser un Estado dentro del Estado. Porque se puede tener una estructura no democrática, piramidal, funcionando a las órdenes de una pequeña élite, tanto si se lucha “por España” como “por el pueblo”. Y el peligro de competir –una señaladísima característica del sistema- con otras organizaciones populares (por la hegemonía sindical en el campo alternativo, por ejemplo). Lo propio del movimiento de la spanish revolution es celebrar asambleas en los pueblos y ciudades por donde pasan las marchas, donde nos comunicamos con la gente, les hablamos y nos hablan y no un mitin del líder en cada lugar. ¿Para qué tener asamblea? ¿No está claro ya el objetivo de la acción? ¿No fue ya decidida por una especie de Buró Político de las organizaciones convocantes? ¿Solo nos queda esperar que este sabio comité nos convoque al rebaño la próxima vez? Pero la imagen de los pastores y el rebaño es la de los obispos, el sector más reaccionario de toda la sociedad.

Como dice una compañera de Granada, “no se puede utilizar la lucha social con el fin de sacar rédito electoral o partidista a costa de quitar el protagonismo, ocultando y callando la voz del pueblo. Las personas que están haciendo la marcha a pie merecen total respeto, no solo por el esfuerzo, sino también por su convicción en la transformación de esta sociedad desde la participación activa, y deberían de ser un ejemplo para muchas organizaciones”. Apelamos a lo que dice el Manifiesto –y estas mismas organizaciones hermanas admiten, aunque de manera nada consecuente-: “Llamamos a los pueblos a que ejerzan su soberanía, alzando su voz de abajo arriba”. Entonces, ¿por qué no empezar por “aquí abajo” del movimiento, por el suelo mismo, horizontalmente, justo al ras o a la medida del pueblo y la ciudadanía toda en lucha contra este sistema criminal? El tiempo del carisma y de los liderazgos ha pasado. No los queremos. No nos representan. Llevamos casi 3 años  diciéndolo, con el apoyo y simpatía popular, pero los nuevos “mesías” parecen tener cera en los oídos. Las marchas no son solo una ocasión para lograr algunas conquistas para la clase trabajadora, sino también y sobre todo, una fase de la revolución que empezó el 11 de mayo de 2011. Una revolución relativamente serena, ya lo advertimos: “Vamos lentos porque vamos lejos”.

El liderazgo a todos los niveles va de la mano del argumento de autoridad, según el cual una afirmación es verdadera si lo dice una determinada persona, sea humana o presuntamente divina. Ella no se somete a la ley de la razón común sino que, como pretendía Ortega de César, y Heidegger de Hitler, ella misma constituye la ley. Para la Democracia real, en cambio, la única autoridad política es la moderación de la asamblea (sea una asamblea de barrio, ecologista o feminista, sea el Parlamento), la cual repudia el argumento de autoridad y solo admite la autoridad del argumento (racional). Estamos por una nueva política, y quien dice política dice deliberación, evidentemente, de un grupo de personas; si el poder político se expresa o realiza en grupos sociales, todos ellos han de ser asambleas (el lugar de la deliberación), es decir, mentes colectivas. Esto es lo que necesitamos y lo que queremos, una verdadera democracia  deliberativa, a la que el liberalismo procapitalista se refiere sin convicción ni la más mínima voluntad de realizarla. Con ella seguro que las 48 millones de mentes nos ponemos a pensar en lo que es necesario hacer. Como decían Marx y Engels en el Manifiesto, ante la situación en la que nos hayamos,“las personas se ven forzadas a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”.

Escuela de filosofía de la Asamblea general 15-M Granada.

2 comentarios:

  1. Este análisis y reflexión del 15-M de Granada me parece impecable. Sólo a un asuntillo, aunque lo asumo en lo esencial. podría prestarse a cierta consideración: es la referencia a los líderes. Estoy de acuerdo en que suele esgrimirse el argumento de autoridad para sostener el liderazgo de ciertas personas, algo que es contrario al argumento racional que tiene que presidir la democracia deliberativa (isegoría o igualdad de palabra era uno de los principios que regían en la participación en la asamblea ateniense). Pero con ello tampoco podemos dejar de asumir que, dependiendo de la actividad que se trate, siempre puede haber quién lo haga mejor. Y en caso de ejercer como portavoces u otro tipo de representación de las asambleas (también dependiendo del para qué), pueden encontrarse personas más capacitadas para hacerlo. Aquí lo realmente decisivo es el control por la asamblea (a cualquier nivel). Por poner un ejemplo, yo no objetaría la presencia de Ada Colau cuando se trate de hablar de la vivienda. Lo que sí le pediría es que después rindiera cuentas ante las asambleas que la nombraron portavoz a tal fin.Es decir, que si entendemos que hay personas más válidas para determinadas tareas, no debe importarnos que puedan parecer las "líderes" del movimiento (evidentemente, no se trata de las minorías rectoras que proponía Ortega, pues hablamos sólo de determinadas tareas y, además con control democrático por la propia asamblea que lo designa.

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  2. Gracias, Paco.
    Si son portavoces de la historia de los consensos, no hay problema. Pero ni Ada Colau ni las demás deben acostumbrarse a que sea siempre ella la que salga en los medios, si no corre el peligro de que le pase como a Cañamero.
    La frase de los 48 millones (en realidad la población del Estado Español es menor, según he visto después) se refiere a la inmensa riqueza que comportan. Un abrazo.

    Rafael Tejero.

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