Publicado
en Rebelión.org el 28-10-1914
La
Renta Básica Universal es el reconocimiento de la igual dignidad de todos
los seres humanos, aspecto no incluido en el Trabajo Garantizado.
Recientemente
ha cobrado actualidad la propuesta de una Renta Básica Universal (RBU) a
propósito de la que se ha presentado como rival y antagónica, como es el
Trabajo Garantizado (TG), y que cuenta con partidarios como el economista
Eduardo Garzón[1],
entre otros. Resumiendo ambas propuestas, podría decirse que mientras que el TG
es una actividad laboral remunerada que el Estado tiene que garantizar a
cualquier persona desempleada que lo solicite, la RBU es una asignación
monetaria que se concede a todo individuo al margen de su situación personal,
laboral o económica. La propia Red Renta Básica la define así: “es un ingreso
pagado por el estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno
derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma
remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra
forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de
renta, y sin importar con quien conviva.”[2]
Cada
una de estas propuestas es consecuencia de unos principios que lo justifican
que, pese a ser diferentes, no necesariamente tienen que ser incompatibles
entre sí. La implantación del trabajo garantizado (TG) parte de la
consideración del trabajo como un derecho que toda persona posee, y es un
derecho porque el trabajo, la actividad práctico-productiva, constituye la
esencia del ser humano. El principio de justicia que se deduce de esta
consideración de lo que el ser humano es, de su esencia, lo expresaría Marx con
la frase “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según su necesidad.”[3]
En efecto, si el ser humano se diferencia del
resto de animales en el momento en que empieza a producir sus propios medios de
vida[4]
(en una doble relación: con la naturaleza y con los otros seres humanos, la
sociedad), es el trabajo lo que le identifica como ser humano. Por medio del
trabajo, el ser humano consigue contemplarse en un mundo creado por él,
reconociéndose en el producto de su acción. Evidentemente, el trabajo (la
producción) ha variado históricamente y, con él, también las relaciones
sociales aparejadas a cada modo de producción, por lo que Marx afirma que el
ser humano “es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales”.[5]
Y por tanto, el ser humano ha ido cambiado a lo largo de la historia. Pero esa
inevitable dialéctica entre ser humano y naturaleza, según la cual el ser
humano va objetivándose en sus productos, a la vez que la naturaleza se humaniza
por medio de la acción recibida, queda desvirtuada en el momento en que al ser
humano le resulta imposible reconocerse, tanto en el producto de su acción como
en el mismo acto de la producción.
Como
sostenía Marx[6],
con el trabajo enajenado y su resultante más decisiva, la propiedad privada
(que surge en una estructuración económico social histórica), el resultado de
la acción productiva y transformadora del ser humano no le pertenece, sino que
deviene en propiedad de otro: el ser humano ya no se reconoce con los productos
de su trabajo convertidos en mercancía para ser vendidos; y dado que el ser
humano consiste en su acción productiva, que se manifiesta y plasma en el
producto, la desposesión (de los productos de su acción y su acción misma) es
la negación de sí mismo, su desrealización. Perdida esa relación, el ser humano
es convertido en cosa, fuerza de trabajo que también es comprada y vendida como
cualquier mercancía. En definitiva, el trabajo alienado ha producido la
deshumanización de los trabajadores y la radical escisión del ser humano con la
naturaleza. El desarrollismo capitalista acentúa y degrada esta deshumanización.
Partiendo
de estos presupuestos acerca de la condición humana, la propuesta de que el
Estado garantice un trabajo para cualquier ser humano en edad de trabajar que
lo solicite, es bastante razonable y pocos reparos se le podrían objetar si con
estos trabajos se fuese superando o minimizando la situación de alienación. Pero
con las propuestas del TG no parecen que se pueda avanzar en ese sentido: no se
cuestiona el trabajo existente y no ofrece una alternativa a los empleos
indeseables (sujetos a sobreexplotación). Tampoco el trabajo garantizado puede
ser una alternativa más allá de los ingresos económicos que proporciona.
Pero
como también el marxismo ha puesto de manifiesto, lo que cada ser humano pueda
hacer de sí, necesariamente, estará fuertemente condicionado por el desarrollo de
las fuerzas productivas y las relaciones de producción dadas en un estadio
histórico determinado. Si bien es cierto que esas circunstancias limitan, no
menos cierto es que también permiten un abanico de posibilidades (mayores o
menores) que hacen que la libertad de elegir sea lo propio de la condición
humana.[7]
En
la actualidad, las fuerzas productivas, la productividad alcanzada por el
desarrollo tecnológico, permiten que el tiempo de trabajo global tienda a reducirse
manteniendo el mismo nivel de producción. También, en consecuencia, que la
distribución del trabajo remunerado posibilite que un porcentaje determinado de
población opte por no trabajar si otro sector absorbe el trabajo disponible. En
una situación tal, aceptar o rechazar un trabajo por lo alienante, precario, o
nivel retributivo del trabajo que se oferte, sería hoy posible. Es entonces cuando,
al margen de los aspectos económicos que la implantación de una u otra supone,
cobra plena actualidad el dilema moral planteado con estas propuestas si
necesariamente fuesen incompatibles. Habiendo capacidad productiva de sobra
para mantener con dignidad a toda la población, ¿hay que aceptar la
cosificación y explotación de cualquier trabajo alienante? No es eso
precisamente lo que se pretende con el principio de justicia que se deduce del
trabajo como lo característico de la naturaleza humana, a saber, “de cada cual
según sus capacidades…”: sencillamente porque las propias capacidades no son
precisamente las que se necesitan en multitud de actividades laborales
sumamente alienantes, mecánicas o para las que la formación e intereses
personales están muy alejados. Y se olvida en numerosas ocasiones el carácter
emancipador de la propuesta marxiana.
Una
demanda, presente en el republicanismo igualitario desde la antigüedad griega,
es la libertad como derecho ciudadano, una libertad real, sin coacciones ni
dominación, para la que es imprescindible disponer de las condiciones
materiales de existencia adecuadas. Eso es en lo que consiste una vida digna. Y
precisamente lo que pretende la
RBU es que todo ser humano, por el mero hecho de serlo, tenga
garantizados los recursos básicos que permitan a cada individuo elegir con
libertad su propia vida para, preservar
la dignidad frente a cualquier circunstancia. Así, con esa seguridad de
partida, cualquier persona podría querer movilizar sus capacidades para mejorar
sus condiciones de vida con trabajos remunerados, con aquellos que pudiera elegir
sin que la necesidad o la dependencia pueda obligarle a lo contrario. Como
también puede haber personas que quieran dedicarse a actividades no remuneradas
(porque la sociedad y el Estado no las consideren como tales), sean del tipo
que sean.
Con
todo, RBU y TG no tienen por qué colisionar entre sí. Una vez establecida la RB , los poderes públicos,
porque esa es su principal función, tendrían que planificar sus políticas con
la finalidad de que hubiera actividades laborales dignas y necesarias para la
comunidad.
[1]
http://www.lamarea.com/2014/08/13/siete-argumentos-en-contra-de-la-renta-basica-universal-y-favor-del-trabajo-garantizado/
[2]
http://www.redrentabasica.org/
[3]
Crítica al programa de Gotha. K. Marx.
[4]
La ideología alemana, K. Marx.
[5]
Tesis sobre Feuerbach. K. Marx.
[6]
Manuscritos de economía y Filosofía. K.Marx.
Hola Francisco.
ResponderEliminarHe visto este texto en Rebelion, llevo un par de días buscando en internet una dirección de correo tuya para enviarte una crítica al mismo sin éxito. Te importaría facilitarme una?
Gracias
ResponderEliminarMi correo es fdelrios@gmail.com
Estaré agradecido de que me envíes tu crítica. Si me das permiso, la publico en este blog. Un saludo.