En el debate sobre la existencia de valores morales con
carácter universal, presentes a lo largo de la historia y válidos para toda
cultura, han podido identificarse con cierta nitidez los relacionados con la
prohibición del incesto y, algo más ambiguamente, con la protección de la
infancia. Algún otro, aún planteados de forma genérica (restitución y reciprocidad, asesinato…), no
alcanza el consenso entre los antropólogos como para admitirlo sin más. Por
ello, hablar de contenidos morales, valores, de carácter objetivo y apreciados
en toda cultura, resulta problemático; tanto más cuanto que la amplitud de
acciones que podemos considerar morales convierte en irrelevante ese escaso y
dudoso repertorio de normas de carácter universal. Sin embargo, desde algunas
corrientes ideológicas y filosóficas, así como desde las religiones del Libro,
se sigue cuestionando el relativismo moral que defienden quienes constatan esta
palmaria realidad.
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viernes, 30 de noviembre de 2012
miércoles, 31 de octubre de 2012
Manifiesto "República y federalismo. Por una solución de izquierdas a la crisis económica y al conflicto político"
República y federalismo. Por una solución de izquierdas a la crisis
económica y al conflicto político
El fracaso de la reforma
estatutaria promovida por el Tripartito ha puesto en evidencia el agotamiento
del sistema autonómico, definitivamente desbordado por la manifestación del 11
de septiembre y sus consecuencias políticas. Se ha abierto nuevamente, de ese
modo, el debate en profundidad, sobre la organización territorial del estado
que ha adquirido, como minino, una dimensión de etapa constituyente.
Este proceso ha coincidido – no
sin causas y consecuencias – con la crisis financiera que el neoliberalismo,
actualmente dominante a nivel mundial, ha convertido en depresión económica por
su intención de aprovecharla para desarticular el Estado del bienestar y
privatizar, al máximo, les instancias de intervención económica y asistencia
social. En la encrucijada constituida por estos dos procesos, la formación que
hoy gobierna a Cataluña, el nacionalismo catalán, conservador y neoliberal, ha
querido encabezar el debate territorial, restringiéndolo a un debate identitario
unidimensional, para consolidar su hegemonía, y evitar, al mismo tiempo, la
erosión social que le supone su firme adhesión al programa de la depresión.
Con equívocos y ambigüedades – y
favorecido por las respuestas del gobierno del Estado, el PP e incluso una
parte de la izquierda española- el actual Gobierno de la Generalitat ha puesto
sobre la mesa, como si fuera la única opción viable ya , la de la independencia
de Cataluña. Lo ha hecho con una maniobra política, hasta ahora con éxito; con
un uso partidario del once de setiembre y de los medios de comunicación
públicos, de enaltecimiento de la denominada Asamblea Nacional Catalana, que es
una proyección suya y de sus apéndices políticos en el campo del nacionalismo.
Una maniobra que le ha permitido disimular su propia erosión por a la política
de recortes que ha venido practicando y que desde la primavera pasada había ido
produciendo una ola creciente de contestación social, como el movimiento del
15-M, las huelgas de trabajadores y estudiantes, las movilizaciones contra los
desahucios y tantas otras manifestaciones de indignación y rechazo.
Lo que está en juego el 25 de
noviembre no es, en primer término, la independencia, sino el establecimiento
de una nueva correlación política, que incluso sustituya como referente a la
manifestación del 11 de setiembre. Correlación con la cual Convergència i Unió
consiga el espacio de maniobra absoluto que necesita para gestionar la crisis
política y económica y garantizar una nueva hegemonía por décadas, como la de
la etapa pujolista. También está en juego la aniquilación de la izquierda
crítica con las políticas neoliberales, por la vía del su difuminación política
o por la vía de la su minimización electoral, o por ambas.
Es una elección para una
legislatura, no para un momento de decisión. Por lo tanto es necesario volver a
poner, también, en el primer plano del debate la actual crisis económica y las
intenciones y consecuencias de la política neoliberal, de la que CiU hasta
ahora se había mostrado como mejor intérprete que el propio Partido Popular. Y
no sólo plantearlo en términos de denuncia, sino sobre todo en los de
alternativa: una respuesta de izquierdas de transformación social y económica,
que reivindique sin reticencias las políticas públicas de asistencia y protección
social y propugne ir más allá con la propuesta de un nuevo modelo político y
social, no capitalista y radicalmente democrático; de superación de la
configuración neoliberal de la Unió Europea y de la unión monetaria, hoy por
hoy al servicio de los centros de poder económico y sin sistemas de control
democrático real sobre la toma de decisiones y la ejecución de les políticas
comunes . En esta línea cabe reforzar la presión para la renovación democrática
inmediata; que ha de incluir la siempre diferida cuestión de la forma del
Estado, abriendo paso a la substitución del régimen monárquico por el
republicano, en una decisión libre y específica del pueblo.
En lo que respecta al debate
territorial, lo primero que reafirmamos es la defensa de una resolución basada
en el reconocimiento y ejercicio del derecho de autodeterminación; por medio de
una consulta popular específica en términos de disyuntiva, no del plebiscito de
una única propuesta. Entendemos que ni el estado centralista ni la fórmula,
unitaria, de las autonomías representa la multinacionalidad que existe en el
territorio del estado español. Y también que la independencia, que no ha sido
la opción histórica de la izquierda alternativa, tampoco es, además, la
solución que traduce, en términos institucionales, esa multinacionalidad,
también presente en Cataluña.
Por eso defendemos como
alternativa propias la instauración de una reorganización política territorial
republicana y federativa, heredera de la tradición emancipadora del federalismo
catalán y español, desde la época de Pi i Margall. Esta solución federativa ha
de adecuarse a la multinacionalidad, reconociendo y traduciendo política e
institucionalmente el acuerdo de unidades soberanas, correspondientes a las
diferentes nacionalidades, que se unen en un pacto libre de pueblos libres.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Andalucía entre dos imágenes: liberalismo y libertarismo. De Ortega a Blas Infante: una conclusión final (y 5ª parte).
A modo de conclusión final.
Si la imagen de los pensadores
liberales se centraba en el funcionamiento de la sociedad civil desde las
relaciones voluntarias que los seres humanos establecen, si entendían que el
móvil de las acciones consistía en la búsqueda del propio interés, respondiendo
a tendencias de una común naturaleza humana, y
que el orden social era un resultado natural de ellas, el Estado, concebido
y acordado en su momento fundacional para preservar y proteger los derechos
naturales, tiene la necesidad de mantener el orden social resultado de la competencia
entre individuos y en el que cada cual ocupará el lugar jerárquico que le
corresponde. Ortega pensará que la dedicación y el esfuerzo de aquellas
personas de altura moral que persiguen ideales, las que se exigen mucho y
acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, las minorías selectas, tienen
que ejercer la función directora en la sociedad. Sólo la perversión de las
masas al pretender suplantar a los mejores puede impedir este proceso y, para
Ortega, lo que podría ser un futuro mejor: el “eterno instrumento de una
voluntad operando selectivamente” (Ortega, 1921)1, operación casi tan natural como la
propia de la selección de las especies, de suerte que nos encontraríamos en el
enfoque y propuesta de Ortega un liberalismo de cuño conservador y próximo a
aquellos otros calificados como de darwinismo social. Desde este prisma
intelectual, la aprehensión de la realidad social andaluza, las circunstancias
histórico-estructurales en que la cultura andaluza se desenvuelve, se torna una
tarea prácticamente imposible. Ortega no pudo ver nada más allá de la misma
enfermedad que dominaba el panorama europeo: la ausencia de los mejores y el
triunfo del hombre-masa, reteniendo el vulgar tópico de la holgazanería para atribuirle
falazmente el reconocimiento de ideal de vida de los andaluces.
Blas Infante pudo penetrar en la
realidad del pueblo andaluz, en su cultura y en las manifestaciones positivas
de su espíritu, comprender y analizar las estructuras y circunstancias
históricas que impedían la realización
del ideal universal de humanidad, aún como aspiración debilitada tras siglos de
opresión, porque sintió y vivió el individualismo libertario que subyace en el
alma andaluza.
El marco teórico del libertarismo
contemplaba que relaciones sociales que los individuos establecen surgen por
necesidad y están históricamente
determinadas, aún estableciéndose también otras de carácter voluntario. Pero,
contra el liberalismo clásico, el Estado no se funda en un acuerdo convencional
entre los ciudadanos, sino que es el aparato de poder que sostiene las
estructuras sociales y el poder de la clase dominante. Por lo que, para el
pensamiento libertario, no habrá liberación posible sin la erradicación del
Estado y las estructuras y clases sociales que mantiene. Blas Infante, como
otros pensadores libertarios y como también Marx asumía, entendieron consecuentemente que la libertad
no podía ser un privilegio de algunos, sino un derecho de todos. Sólo entonces,
sólo con la consecución del ejercicio real de derechos y libertades de y para
todos, esa realidad última que es la vida de cada cual, la de cada individuo,
permitirá organizar la vida colectiva desde la fraternidad y, por tanto, el
progreso hacia el ideal universal de humanidad.
1 “España invertebrada” . Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. Edición de 2000, p. 138.
Francisco del Río
Profesor de Filosofía
1 “España invertebrada” . Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. Edición de 2000, p. 138.
Francisco del Río
Profesor de Filosofía
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: dos imágenes de una cultura y un pueblo a la luz de la propuesta infantiana (4ª parte).
La incapacidad de Ortega para una
correcta aprehensión de la fluencia que palpita en el alma andaluza, producto de
la imagen liberal y elitista desde la que derrama sus consideraciones, contrasta
con la imagen libertaria que posee Blas Infante sobre la cultura andaluza.
Decía al principio que el libertarismo, compartiendo con el liberalismo la
defensa de la libertad y autonomía del individuo, no se detuvo en la
abstracción de una sociedad de individuos libres que establecen relaciones
voluntarias entre sí, sino que analizó cómo se producen en la realidad
histórica y concreta esas relaciones sociales y las estructuras que han
generado debilitando y anulando la capacidad subjetiva de los individuos. La
propuesta libertaria no se queda en un reconocimiento formal por el Estado de
esas libertades, sino que trata de que el individuo pueda ejercerlas en la práctica,
superando las relaciones de poder y el Estado que actúa como garante de ellas.
El propio Infante expresa esa preocupación: “ocupémonos de la estructura
política y social de Andalucía, a la cual aspira el liberalismo".[i] Liberalismo que en Infante había evolucionado hacia el individualismo
libertario.[ii]
viernes, 17 de agosto de 2012
Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: dos imágenes de una cultura y un pueblo. El análisis de Ortega desde la crítica infantiana (3ª parte).
Si la confluencia entre el pensamiento de Infante y el de Ortega era
tan señalada en aspectos fundamentales, como el haber incardinado la crisis que
se vivía en Europa y en el Estado español como una crisis ética, de pérdida de
referentes morales, y la masificación de la sociedad, consecuencia del proceso
histórico y la hegemonía del racionalismo; si además compartían la crítica al
determinismo de la historia asumiendo la vida y las libertades individuales
como realidad desde la que asumir el protagonismo-histórico social,
aparentemente es difícil entender por qué estaban tan lejos a la hora de
identificar al pueblo y la cultura andaluza.
El liberalismo de Ortega, tal como he sostenido antes, era un
liberalismo conservador. Entre otras razones, porque su concepción de la
historia y de la sociedad era profundamente aristocratizante, de tal forma que
entendía que el curso de la historia y las grandes épocas siempre estuvieron
marcadas por la impronta de los grandes hombres, que eran los que realmente
decidían el rumbo de los acontecimientos y en la sociedad. A pesar de que las
minorías selectas habían hecho dejación de su función en España (y en Europa),
aún veía en la burguesía industrial emprendedora el sector social sobre el que podría
progresar el país, al menos para aproximarse a lo que se vivía en otros países
europeos. Por tanto, cuando analiza la realidad andaluza, necesariamente, lo
hace sin dejar de tener en cuenta este prisma filosófico e ideológico.
Blas Infante, por su parte, vivió la pobreza y el caciquismo desde muy
pronto, siendo muy joven, en su propia realidad circundante. Cuando se
introduce en el pensamiento liberal, lo hace con la preocupación de la
situación que viven los jornaleros andaluces. Por ello, cuando conoce el
georgismo, verá en esta doctrina una posible salida para aquellas almas que
arrastraban su miseria por los pueblos de Andalucía. El propio Infante, en su
primera obra, escrita a los 27 años, lo expresa con las siguientes palabras:
“Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del
jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo,
confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales…”
(Infante, 1915)[i]. Esa
visión estará siempre presente en su trayectoria personal, intelectual y
política, anticipándole un horizonte emancipatorio al conjunto de su actividad
teórica práctica.
domingo, 5 de agosto de 2012
Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: temas de su pensamiento en los que se produce cierta aproximación (2ª parte).
Al encuentro del pensamiento libertario, de la mano del médico
anarcosindicalista Pedro Vallina, acudió el andalucista Blas Infante. En sus
inicios, se aproximó al estudio de la realidad andaluza desde planteamientos
liberal radicalizantes en los que el georgismo (partidarios del economista
Henry George) tendría una influencia decisiva, así como del regeneracionista
Joaquín Costa y, también, con ascendencia krausista que, probablemente por
influencia de Méndez Bejarano, palpita en obras como Ideal Andaluz (1915) e,
incluso, en La dictadura pedagógica.
Más tarde, en Fundamentos de Andalucía
y en La verdad sobre el complot de
Tablada y el Estado libre de Andalucía, se mostrará la definitiva ubicación del nacionalismo libertario,
quebrantado por su prematura muerte a manos de franquistas tras el golpe de
Estado del 36.
Coetáneo en el tiempo[i],
desarrolló su actividad filosófica un de los mayores filósofos hispanos: José
Ortega y Gasset. Ortega había realizado una admirable superación del
racionalismo y del vitalismo nietzscheano, dos de las corrientes filosóficas
que en el primer tercio del siglo XX ejercían antagónicamente gran influencia
en el continente europeo. Tras unos inicios en que Ortega también se aproximó
al socialismo, mantuvo siempre una orientación liberal. Con esa perspectiva
liberal, más allá del liberalismo económico, se preocupó por el dinamismo de la
sociedad civil, la altura moral de las personas, el papel dirigente de las
minorías y el ejercicio de la virtud como tarea para imponerse a la tiranía del
hombre-masa. El autor de La rebelión de
las masas, que fue un intelectual comprometido, estuvo interesado por casi
todos los problemas que le tocó vivir. Resultado de uno de sus viajes a tierras
andaluzas, escribió un breve ensayo sobre el hecho andaluz, Teoría de Andalucía (1927).
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miércoles, 11 de julio de 2012
Andalucía entre dos imágenes: liberalismo o libertarismo. De Ortega a Blas Infante (1ª parte).
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lunes, 21 de mayo de 2012
Los pueblos de Castril y Cortes defienden el río, el patrimonio natural y cultural, su identidad (y II).
Crónica de un proceso de lucha en el que David se enfrentó a
Goliat
2ª Parte:
En esta segunda parte realizamos un recorrido desde el verano de 2010 en el que el pueblo de Cortes fue sometido a un virtual estado de sitio por las fuerzas antidisturbios. La resistencia mostrada por las familias agricultoras, vecinos y vecinas de Castril y Cortes, ecologistas y defensores del río, no sólo era legítima, sino que se hizo amparada en sentencias judiciales que habían declarado nulo de pleno derecho el decreto que otorgaba cobertura legal al trasvase y a las expropiaciones. Quienes se habían situado al margen de la ley, fueron las administraciónes y la subdelegación de Gobierno. El Supremo, una vez más, dio la razón a la Plataforma y demás asociaciones en defensa del río.
martes, 17 de abril de 2012
Los pueblos de Castril y Cortes defienden el río, el patrimonio natural y cultural, su identidad (I).
Crónica de un proceso de lucha en el que David se
enfrentó a Goliat.
1ª Parte:
El proyecto de trasvase del río Castril hacia la
comarca de Baza: tras las primeras protestas y la paralización de las obras, en el verano de 2010 las movilizaciones de los pueblos ribereños alcanzan su
momento álgido cuando, sorprendentemente, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y el ministerio de Medio Ambiente deciden reemprender las obras a pesar de
que el Supremo, en marzo de ese año, había declarado nulo de pleno derecho el decreto que las amparaba. Cortes de Baza es sometido a un virtual estado de sitio.
domingo, 18 de marzo de 2012
Elecciones andaluzas: entre el pueblo andaluz y las políticas al dictado de los mercados.
En este
artículo se analiza cómo el modelo económico que aplican tanto PP y PSOE es esencialmente
coincidente. Concluimos que es una apuesta para una salida de la crisis del
capitalismo que mantenga las plusvalías y trate de impedir la caída de la tasa
de ganancia del capital por la vía de degradar, aún más, las condiciones de
vida y trabajo de la población; es decir, de reducir el valor social de la
fuerza de trabajo. Con esta subordinación general a los intereses del capital y
de los mercados, la capacidad de intervención desde cualquier instancia de
decisión del pueblo andaluz, el margen de maniobra, será tan limitada, que las
consecuencias para el medio ambiente, los recursos naturales de Andalucía y la
identidad andaluza, supondrán un incremento del retroceso que se vive en
Andalucía. Asimismo analizamos los aspectos más significativos políticamente
para la estructuración social de Andalucía, donde PP y PSOE no plantean más que
puntuales diferencias, sobre la base de un mayoritario y silenciado consenso,
apoyado entusiásticamente por los grandes medios de comunicación.
lunes, 20 de febrero de 2012
La crisis
La crisis que se vive hoy en los países europeos responde a causas estructurales de funcionamiento del sistema económico. Es el resultado de un modelo de crecimiento que, finalmente, ha acabado por agotarse como consecuencia de las tendencias que lo impulsaron. La profunda desigualdad social que ha generado impide proseguir en la senda de producción y consumo, beneficio y especulación sobre el que se ha cimentado. No es una crisis nueva y su salida, lejos aún en el horizonte, puede volver a recetas de crisis anteriores o puede desarrollarse de manera diferente según criterios de la ciudadanía y sectores populares que padecen sus consecuencias.
Pero también es una crisis ética. El capitalismo ha tenido en el Estado liberal el soporte político que mejor se adecuaba a su desarrollo y expansión. El individualismo posesivo que acompañó al liberalismo como pensamiento político ha configurado la visión ideológica adecuada y dominante en la sociedad. En consecuencia, la crisis en la estructura económica de la sociedad ha devenido en una crisis en los sistemas de representación política y simbólica, en el Estado y en la ideología dominante.
El triángulo compuesto por la ciudadanía, el sistema económico y el individualismo posesivo en tanto que ideología, se retroalimenta circularmente. Por tanto, para una salida de la crisis según propuestas surgidas de la ciudadanía, tiene que resolverse la crisis ética propiciada por el modelo de relaciones humanas, basado en la satisfacción inmediata de intereses, la posesión de bienes y capacidades humanas, tanto propias como ajenas. Sin ese disenso ético en el que el individuo autónomo, proyecto y mundo, adquiera la condición protagónica de su devenir, el capitalismo podrá sobrevivir aún a condición de haber degradado aún mas eso que llamamos humanidad, lo común en lo que nos reconocemos y nos iguala, la dignidad que compartimos.
Nota: un análisis más extenso puede verse en la serie de artículos publicados en el blog http://perspectivaslibertarias.blogspot.com/
sábado, 4 de febrero de 2012
Por qué no nos representan. Simbolismo del movimiento 15-M.
Se debate sobre el presente y futuro del movimiento 15-M en un momento en que estamos en cierto impasse en lo que a grandes movilizaciones se refiere. Algunas personas hablan de agotamiento del movimiento, una mayoría se inclina por la necesidad de un período de reflexión tras las elecciones pasadas, otras voces incluso plantean la posibilidad de transformarse en partido político.
Para calibrar la magnitud del movimiento y lo que ha supuesto frente al espectáculo de nuestras democracias, los autores del artículo (Félix Talego, Ángel del Río y Agustín Coca) analizan los mecanismos simbólicos en que se legitima el poder y de cuyo ritual ha venido participando por acción u omisión la ciudadanía. Pero ha sido, precisamente, la presencia del movimiento 15-M, quien ha señalado esa desvirtualización de la democracia (o partitocracia) negando representatividad al sistema. Los autores apuntan las vías por las que el movimiento debe proseguir para hacer de la democracia una realidad.
domingo, 29 de enero de 2012
De la particularidad y la heteronomía a la individualidad y autonomía, de la masa al pueblo (I).
He planteado en otras ocasiones la buena aceptación de las reivindicaciones del movimiento 15-M. Este movimiento, o el de la indignación a nivel mundial, es el último intento en marcha, con características diferentes, de renovación social y moralización del poder político. Sin embargo, esa aceptación social no ha dado lugar, como consecuencia, al surgimiento de un individuo moralmente autónomo que desvele los discursos ideológicos y las formas vigentes de poder social y político, que se imponga la tarea de un nuevo modelo de sociedad basado en la democracia y la dignidad del ser humano contra las mistificaciones de las relaciones de producción, la tiranía de los mercados y la mercancía. Y en ello ha radicado la momentánea, o, si se quiere, aparente freno, al impulso inicial del movimiento. En efecto, aún no ha eclosionado ese individuo que se reivindique a sí mismo frente a las cosas, que se proponga un mundo más habitable, más humano, más de todas la personas.
En esta primera parte analizamos cómo el proceso iniciado en la Modernidad ha agotado sus energías renovadoras y ha debilitado al individuo, ahora configurado como microsubjetividad sometida al dominio de la razón tecnocientífica, alienado en una compleja trama de relaciones de poder, cosificado como mercancía y seducido por el sistema de producción y consumo.
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