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viernes, 30 de noviembre de 2012

Relativismo moral o fundamentalismo: un debate que nos retrotrae a tiempos preilustrados.


En el debate sobre la existencia de valores morales con carácter universal, presentes a lo largo de la historia y válidos para toda cultura, han podido identificarse con cierta nitidez los relacionados con la prohibición del incesto y, algo más ambiguamente, con la protección de la infancia. Algún otro, aún planteados de forma genérica  (restitución y reciprocidad, asesinato…), no alcanza el consenso entre los antropólogos como para admitirlo sin más. Por ello, hablar de contenidos morales, valores, de carácter objetivo y apreciados en toda cultura, resulta problemático; tanto más cuanto que la amplitud de acciones que podemos considerar morales convierte en irrelevante ese escaso y dudoso repertorio de normas de carácter universal. Sin embargo, desde algunas corrientes ideológicas y filosóficas, así como desde las religiones del Libro, se sigue cuestionando el relativismo moral que defienden quienes constatan esta palmaria realidad.


miércoles, 31 de octubre de 2012

Manifiesto "República y federalismo. Por una solución de izquierdas a la crisis económica y al conflicto político"



República y federalismo. Por una solución de izquierdas a la crisis económica y al conflicto político


El fracaso de la reforma estatutaria promovida por el Tripartito ha puesto en evidencia el agotamiento del sistema autonómico, definitivamente desbordado por la manifestación del 11 de septiembre y sus consecuencias políticas. Se ha abierto nuevamente, de ese modo, el debate en profundidad, sobre la organización territorial del estado que ha adquirido, como minino, una dimensión de etapa constituyente.

Este proceso ha coincidido – no sin causas y consecuencias – con la crisis financiera que el neoliberalismo, actualmente dominante a nivel mundial, ha convertido en depresión económica por su intención de aprovecharla para desarticular el Estado del bienestar y privatizar, al máximo, les instancias de intervención económica y asistencia social. En la encrucijada constituida por estos dos procesos, la formación que hoy gobierna a Cataluña, el nacionalismo catalán, conservador y neoliberal, ha querido encabezar el debate territorial, restringiéndolo a un debate identitario unidimensional, para consolidar su hegemonía, y evitar, al mismo tiempo, la erosión social que le supone su firme adhesión al programa de la depresión.

Con equívocos y ambigüedades – y favorecido por las respuestas del gobierno del Estado, el PP e incluso una parte de la izquierda española- el actual Gobierno de la Generalitat ha puesto sobre la mesa, como si fuera la única opción viable ya , la de la independencia de Cataluña. Lo ha hecho con una maniobra política, hasta ahora con éxito; con un uso partidario del once de setiembre y de los medios de comunicación públicos, de enaltecimiento de la denominada Asamblea Nacional Catalana, que es una proyección suya y de sus apéndices políticos en el campo del nacionalismo. Una maniobra que le ha permitido disimular su propia erosión por a la política de recortes que ha venido practicando y que desde la primavera pasada había ido produciendo una ola creciente de contestación social, como el movimiento del 15-M, las huelgas de trabajadores y estudiantes, las movilizaciones contra los desahucios y tantas otras manifestaciones de indignación y rechazo.

Lo que está en juego el 25 de noviembre no es, en primer término, la independencia, sino el establecimiento de una nueva correlación política, que incluso sustituya como referente a la manifestación del 11 de setiembre. Correlación con la cual Convergència i Unió consiga el espacio de maniobra absoluto que necesita para gestionar la crisis política y económica y garantizar una nueva hegemonía por décadas, como la de la etapa pujolista. También está en juego la aniquilación de la izquierda crítica con las políticas neoliberales, por la vía del su difuminación política o por la vía de la su minimización electoral, o por ambas.

Es una elección para una legislatura, no para un momento de decisión. Por lo tanto es necesario volver a poner, también, en el primer plano del debate la actual crisis económica y las intenciones y consecuencias de la política neoliberal, de la que CiU hasta ahora se había mostrado como mejor intérprete que el propio Partido Popular. Y no sólo plantearlo en términos de denuncia, sino sobre todo en los de alternativa: una respuesta de izquierdas de transformación social y económica, que reivindique sin reticencias las políticas públicas de asistencia y protección social y propugne ir más allá con la propuesta de un nuevo modelo político y social, no capitalista y radicalmente democrático; de superación de la configuración neoliberal de la Unió Europea y de la unión monetaria, hoy por hoy al servicio de los centros de poder económico y sin sistemas de control democrático real sobre la toma de decisiones y la ejecución de les políticas comunes . En esta línea cabe reforzar la presión para la renovación democrática inmediata; que ha de incluir la siempre diferida cuestión de la forma del Estado, abriendo paso a la substitución del régimen monárquico por el republicano, en una decisión libre y específica del pueblo.

En lo que respecta al debate territorial, lo primero que reafirmamos es la defensa de una resolución basada en el reconocimiento y ejercicio del derecho de autodeterminación; por medio de una consulta popular específica en términos de disyuntiva, no del plebiscito de una única propuesta. Entendemos que ni el estado centralista ni la fórmula, unitaria, de las autonomías representa la multinacionalidad que existe en el territorio del estado español. Y también que la independencia, que no ha sido la opción histórica de la izquierda alternativa, tampoco es, además, la solución que traduce, en términos institucionales, esa multinacionalidad, también presente en Cataluña.

Por eso defendemos como alternativa propias la instauración de una reorganización política territorial republicana y federativa, heredera de la tradición emancipadora del federalismo catalán y español, desde la época de Pi i Margall. Esta solución federativa ha de adecuarse a la multinacionalidad, reconociendo y traduciendo política e institucionalmente el acuerdo de unidades soberanas, correspondientes a las diferentes nacionalidades, que se unen en un pacto libre de pueblos libres.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Andalucía entre dos imágenes: liberalismo y libertarismo. De Ortega a Blas Infante: una conclusión final (y 5ª parte).




A modo de conclusión final.

Si la imagen de los pensadores liberales se centraba en el funcionamiento de la sociedad civil desde las relaciones voluntarias que los seres humanos establecen, si entendían que el móvil de las acciones consistía en la búsqueda del propio interés, respondiendo a tendencias de una común naturaleza humana, y  que el orden social era un resultado natural de ellas, el Estado, concebido y acordado en su momento fundacional para preservar y proteger los derechos naturales, tiene la necesidad de mantener el orden social resultado de la competencia entre individuos y en el que cada cual ocupará el lugar jerárquico que le corresponde. Ortega pensará que la dedicación y el esfuerzo de aquellas personas de altura moral que persiguen ideales, las que se exigen mucho y acumulan sobre sí mismas dificultades y deberes, las minorías selectas, tienen que ejercer la función directora en la sociedad. Sólo la perversión de las masas al pretender suplantar a los mejores puede impedir este proceso y, para Ortega, lo que podría ser un futuro mejor: el “eterno instrumento de una voluntad operando selectivamente” (Ortega, 1921)1, operación casi tan natural como la propia de la selección de las especies, de suerte que nos encontraríamos en el enfoque y propuesta de Ortega un liberalismo de cuño conservador y próximo a aquellos otros calificados como de darwinismo social. Desde este prisma intelectual, la aprehensión de la realidad social andaluza, las circunstancias histórico-estructurales en que la cultura andaluza se desenvuelve, se torna una tarea prácticamente imposible. Ortega no pudo ver nada más allá de la misma enfermedad que dominaba el panorama europeo: la ausencia de los mejores y el triunfo del hombre-masa, reteniendo el vulgar tópico de la holgazanería para atribuirle falazmente el reconocimiento de ideal de vida de los andaluces. 

Blas Infante pudo penetrar en la realidad del pueblo andaluz, en su cultura y en las manifestaciones positivas de su espíritu, comprender y analizar las estructuras y circunstancias históricas que  impedían la realización del ideal universal de humanidad, aún como aspiración debilitada tras siglos de opresión, porque sintió y vivió el individualismo libertario que subyace en el alma andaluza.

El marco teórico del libertarismo contemplaba que relaciones sociales que los individuos establecen surgen por necesidad y están históricamente determinadas, aún estableciéndose también otras de carácter voluntario. Pero, contra el liberalismo clásico, el Estado no se funda en un acuerdo convencional entre los ciudadanos, sino que es el aparato de poder que sostiene las estructuras sociales y el poder de la clase dominante. Por lo que, para el pensamiento libertario, no habrá liberación posible sin la erradicación del Estado y las estructuras y clases sociales que mantiene. Blas Infante, como otros pensadores libertarios y como también Marx asumía,  entendieron consecuentemente que la libertad no podía ser un privilegio de algunos, sino un derecho de todos. Sólo entonces, sólo con la consecución del ejercicio real de derechos y libertades de y para todos, esa realidad última que es la vida de cada cual, la de cada individuo, permitirá organizar la vida colectiva desde la fraternidad y, por tanto, el progreso hacia el ideal universal de humanidad.

1 España invertebrada” . Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. Edición de 2000, p. 138.   



Francisco del Río
Profesor de Filosofía

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: dos imágenes de una cultura y un pueblo a la luz de la propuesta infantiana (4ª parte).


La incapacidad de Ortega para una correcta aprehensión de la fluencia que palpita en el alma andaluza, producto de la imagen liberal y elitista desde la que derrama sus consideraciones, contrasta con la imagen libertaria que posee Blas Infante sobre la cultura andaluza. Decía al principio que el libertarismo, compartiendo con el liberalismo la defensa de la libertad y autonomía del individuo, no se detuvo en la abstracción de una sociedad de individuos libres que establecen relaciones voluntarias entre sí, sino que analizó cómo se producen en la realidad histórica y concreta esas relaciones sociales y las estructuras que han generado debilitando y anulando la capacidad subjetiva de los individuos. La propuesta libertaria no se queda en un reconocimiento formal por el Estado de esas libertades, sino que trata de que el individuo pueda ejercerlas en la práctica, superando las relaciones de poder y el Estado que actúa como garante de ellas. El propio Infante expresa esa preocupación: “ocupémonos de la estructura política y social de Andalucía, a la cual aspira el liberalismo".[i] Liberalismo que en Infante había evolucionado hacia el individualismo libertario.[ii]

viernes, 17 de agosto de 2012

Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: dos imágenes de una cultura y un pueblo. El análisis de Ortega desde la crítica infantiana (3ª parte).


Si la confluencia entre el pensamiento de Infante y el de Ortega era tan señalada en aspectos fundamentales, como el haber incardinado la crisis que se vivía en Europa y en el Estado español como una crisis ética, de pérdida de referentes morales, y la masificación de la sociedad, consecuencia del proceso histórico y la hegemonía del racionalismo; si además compartían la crítica al determinismo de la historia asumiendo la vida y las libertades individuales como realidad desde la que asumir el protagonismo-histórico social, aparentemente es difícil entender por qué estaban tan lejos a la hora de identificar al pueblo y la cultura andaluza.

El liberalismo de Ortega, tal como he sostenido antes, era un liberalismo conservador. Entre otras razones, porque su concepción de la historia y de la sociedad era profundamente aristocratizante, de tal forma que entendía que el curso de la historia y las grandes épocas siempre estuvieron marcadas por la impronta de los grandes hombres, que eran los que realmente decidían el rumbo de los acontecimientos y en la sociedad. A pesar de que las minorías selectas habían hecho dejación de su función en España (y en Europa), aún veía en la burguesía industrial emprendedora el sector social sobre el que podría progresar el país, al menos para aproximarse a lo que se vivía en otros países europeos. Por tanto, cuando analiza la realidad andaluza, necesariamente, lo hace sin dejar de tener en cuenta este prisma filosófico e ideológico.

Blas Infante, por su parte, vivió la pobreza y el caciquismo desde muy pronto, siendo muy joven, en su propia realidad circundante. Cuando se introduce en el pensamiento liberal, lo hace con la preocupación de la situación que viven los jornaleros andaluces. Por ello, cuando conoce el georgismo, verá en esta doctrina una posible salida para aquellas almas que arrastraban su miseria por los pueblos de Andalucía. El propio Infante, en su primera obra, escrita a los 27 años, lo expresa con las siguientes palabras: “Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales…” (Infante, 1915)[i]. Esa visión estará siempre presente en su trayectoria personal, intelectual y política, anticipándole un horizonte emancipatorio al conjunto de su actividad teórica práctica.

domingo, 5 de agosto de 2012

Andalucía entre el liberalismo y el libertarismo. Ortega y Blas Infante: temas de su pensamiento en los que se produce cierta aproximación (2ª parte).



Al encuentro del pensamiento libertario, de la mano del médico anarcosindicalista Pedro Vallina, acudió el andalucista Blas Infante. En sus inicios, se aproximó al estudio de la realidad andaluza desde planteamientos liberal radicalizantes en los que el georgismo (partidarios del economista Henry George) tendría una influencia decisiva, así como del regeneracionista Joaquín Costa y, también, con ascendencia krausista que, probablemente por influencia de Méndez Bejarano, palpita en obras como Ideal Andaluz  (1915) e, incluso, en La dictadura pedagógica. Más tarde, en Fundamentos de Andalucía y en La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía, se mostrará la definitiva ubicación del nacionalismo libertario, quebrantado por su prematura muerte a manos de franquistas tras el golpe de Estado del 36.

Coetáneo en el tiempo[i], desarrolló su actividad filosófica un de los mayores filósofos hispanos: José Ortega y Gasset. Ortega había realizado una admirable superación del racionalismo y del vitalismo nietzscheano, dos de las corrientes filosóficas que en el primer tercio del siglo XX ejercían antagónicamente gran influencia en el continente europeo. Tras unos inicios en que Ortega también se aproximó al socialismo, mantuvo siempre una orientación liberal. Con esa perspectiva liberal, más allá del liberalismo económico, se preocupó por el dinamismo de la sociedad civil, la altura moral de las personas, el papel dirigente de las minorías y el ejercicio de la virtud como tarea para imponerse a la tiranía del hombre-masa. El autor de La rebelión de las masas, que fue un intelectual comprometido, estuvo interesado por casi todos los problemas que le tocó vivir. Resultado de uno de sus viajes a tierras andaluzas, escribió un breve ensayo sobre el hecho andaluz, Teoría de Andalucía (1927).

miércoles, 11 de julio de 2012

Andalucía entre dos imágenes: liberalismo o libertarismo. De Ortega a Blas Infante (1ª parte).



En esta serie de dos artículos me propongo analizar la diferente imagen que del hecho diferencial andaluz tenían dos grandes pensadores: Blas Infante y Ortega y Gasset. Ambos autores mantuvieron una  constante  preocupación por los problemas que les tocó vivir. El filósofo, desde una posición netamente liberal, y el andalucista, que evolucionó desde un liberalismo radicalizado hasta asumir explícitamente el libertarismo, comentaron y se involucraron personalmente en diversas iniciativas políticas.

En esta primera parte veremos algunos momentos en los que desde la misma matriz, el respeto a los derechos y libertades individuales, surgen enfrentadas estas dos corrientes de pensamiento filosófico-político. En el siguiente, que se publicará en breve, analizaremos la imagen de Andalucía que ambos proyectaron.

lunes, 21 de mayo de 2012

Los pueblos de Castril y Cortes defienden el río, el patrimonio natural y cultural, su identidad (y II).





Crónica de un proceso de lucha en el que David se enfrentó a Goliat



2ª Parte:

En esta segunda parte realizamos un recorrido desde el verano de 2010 en el que el pueblo de Cortes fue sometido a un virtual estado de sitio por las fuerzas antidisturbios. La resistencia mostrada por las familias agricultoras, vecinos y vecinas de Castril y Cortes, ecologistas y defensores del río, no sólo era legítima, sino que se hizo amparada en sentencias judiciales que habían declarado nulo de pleno derecho el decreto que otorgaba cobertura legal al trasvase y a las expropiaciones. Quienes se habían situado al margen de la ley, fueron las administraciónes y la subdelegación de Gobierno. El Supremo, una vez más, dio la razón a la Plataforma y demás asociaciones en defensa del río.  


martes, 17 de abril de 2012

Los pueblos de Castril y Cortes defienden el río, el patrimonio natural y cultural, su identidad (I).



Crónica de un proceso de lucha en el que David se enfrentó a Goliat.


1ª Parte

El proyecto de trasvase del río Castril hacia la comarca de Baza: tras las primeras protestas y la paralización de las obras, en el verano de 2010 las movilizaciones de los pueblos ribereños alcanzan su momento álgido cuando, sorprendentemente, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y el ministerio de Medio Ambiente deciden reemprender las obras a pesar de que el Supremo, en marzo de ese año, había declarado nulo de pleno derecho el decreto que las amparaba. Cortes de Baza es sometido a un virtual estado de sitio.

domingo, 18 de marzo de 2012

Elecciones andaluzas: entre el pueblo andaluz y las políticas al dictado de los mercados.



En este artículo se analiza cómo el modelo económico que aplican tanto PP y PSOE es esencialmente coincidente. Concluimos que es una apuesta para una salida de la crisis del capitalismo que mantenga las plusvalías y trate de impedir la caída de la tasa de ganancia del capital por la vía de degradar, aún más, las condiciones de vida y trabajo de la población; es decir, de reducir el valor social de la fuerza de trabajo. Con esta subordinación general a los intereses del capital y de los mercados, la capacidad de intervención desde cualquier instancia de decisión del pueblo andaluz, el margen de maniobra, será tan limitada, que las consecuencias para el medio ambiente, los recursos naturales de Andalucía y la identidad andaluza, supondrán un incremento del retroceso que se vive en Andalucía. Asimismo analizamos los aspectos más significativos políticamente para la estructuración social de Andalucía, donde PP y PSOE no plantean más que puntuales diferencias, sobre la base de un mayoritario y silenciado consenso, apoyado entusiásticamente por los grandes medios de comunicación.

lunes, 20 de febrero de 2012

La crisis



La crisis que se vive hoy en los países europeos responde a causas estructurales de funcionamiento del sistema económico. Es el resultado de un modelo de crecimiento que, finalmente, ha acabado por agotarse como consecuencia de las tendencias que lo impulsaron. La profunda desigualdad social que ha generado impide proseguir en la senda de producción y consumo, beneficio y especulación sobre el que se ha cimentado. No es una crisis nueva y su salida, lejos aún en el horizonte, puede volver a recetas de crisis anteriores o puede desarrollarse de manera diferente según criterios de la ciudadanía y sectores populares que padecen sus consecuencias.

Pero también es una crisis ética. El capitalismo ha tenido en el Estado liberal el soporte político que mejor se adecuaba a su desarrollo y expansión. El individualismo posesivo que acompañó al liberalismo como pensamiento político ha configurado la visión ideológica adecuada y dominante en la sociedad.  En consecuencia, la crisis en la estructura económica de la sociedad ha devenido en una crisis en los sistemas de representación política y simbólica, en el Estado y en la ideología dominante.

El triángulo compuesto por la ciudadanía, el sistema económico y el individualismo posesivo en tanto que ideología, se retroalimenta circularmente. Por tanto, para una salida de la crisis según propuestas surgidas de la ciudadanía, tiene que resolverse la crisis ética propiciada por el modelo de relaciones humanas, basado en la satisfacción inmediata de intereses, la posesión de bienes y capacidades humanas, tanto propias como ajenas. Sin ese disenso ético en el que el individuo autónomo, proyecto y mundo, adquiera la condición protagónica de su devenir, el capitalismo podrá sobrevivir aún a condición de haber degradado aún mas eso que llamamos humanidad, lo común en lo que nos reconocemos y nos iguala, la dignidad que compartimos.



Nota: un análisis más extenso puede verse en la serie de artículos publicados en el blog http://perspectivaslibertarias.blogspot.com/

sábado, 4 de febrero de 2012

Por qué no nos representan. Simbolismo del movimiento 15-M.


Se debate sobre el presente y futuro del movimiento 15-M en un momento en que estamos en cierto impasse en lo que a grandes movilizaciones se refiere. Algunas personas hablan de  agotamiento del movimiento, una mayoría se inclina por la necesidad de un período de reflexión tras las elecciones pasadas, otras voces incluso plantean la posibilidad de transformarse en partido político.
Para calibrar la magnitud del movimiento y lo que ha supuesto frente al espectáculo de nuestras democracias, los autores del artículo (Félix Talego, Ángel del Río y Agustín Coca) analizan los mecanismos simbólicos en que se legitima el poder y de cuyo ritual ha venido participando por acción u omisión la ciudadanía. Pero ha sido, precisamente, la  presencia del movimiento 15-M, quien ha señalado esa desvirtualización de la democracia (o partitocracia) negando  representatividad al sistema. Los autores apuntan las vías por las que el movimiento debe proseguir para hacer de la democracia una realidad.

domingo, 29 de enero de 2012

De la particularidad y la heteronomía a la individualidad y autonomía, de la masa al pueblo (I).



He planteado en otras ocasiones la buena aceptación de las reivindicaciones del movimiento 15-M. Este movimiento, o el de la indignación a nivel mundial, es el último intento en marcha, con características diferentes, de renovación social y moralización del poder político. Sin embargo, esa aceptación social no ha dado lugar, como consecuencia, al surgimiento de un individuo moralmente autónomo que desvele los discursos ideológicos y las formas vigentes de poder social y político, que se imponga la tarea de un nuevo modelo de sociedad basado en la democracia y la dignidad del ser humano contra las mistificaciones de las relaciones de producción, la tiranía de los mercados y la mercancía. Y en ello ha radicado la momentánea, o, si se quiere, aparente freno, al impulso inicial del movimiento. En efecto, aún no ha eclosionado ese  individuo que se reivindique a sí mismo frente a las cosas, que se proponga un mundo más habitable, más humano, más de todas la personas.

En esta primera parte analizamos cómo el proceso iniciado en la Modernidad ha agotado sus energías renovadoras y ha debilitado al individuo, ahora configurado como microsubjetividad sometida al dominio de la razón tecnocientífica, alienado en una compleja trama de relaciones de poder, cosificado como mercancía y seducido por el sistema de producción y consumo.